LA BASE DEL VERDADERO DESARROLLO ESPIRITUAL
Juan José Bocaranda E
Pocas
personas tienen presente la
importancia transcendental del amor, la generosidad y el desinterés, en el
desarrollo espiritual. Importancia tal, que absolutamente ningún acto religioso
interno o exterior cobra validez y eficacia, si queda marginado el amor. Ha de
decirse con el mayor énfasis que el
amor, la generosidad, el desinterés, constituyen una condición sine qua non
para la validez y la eficacia de los actos de Religión. Es más: esa condición
cubre tal grado de importancia y necesidad, que en realidad es la base de todos
esos actos, desde la veneración y las ceremonias, hasta los rezos u oraciones,
de tal suerte que, al faltar esa base, todo aquello cae, necesariamente, al
vacío, a la ineficacia, al no ser.
Esta
importancia del amor es puesta de relieve por Krishnamurti cuando dice que “el Amor es la cualidad
más importante, porque cuando es bastante fuerte en un hombre, lo estimula a
revestirse de todas las demás, que sin ella nunca serían suficientes”. Ese
amor, para ser verdadero, pleno, debe estar alejado de todo asomo de egoísmo. Y
agrega que el amor no es deseo, sino voluntad, resolución y determinación, lo
cual debe llenar la naturaleza del hombre en tal magnitud que no quede lugar
para ningún otro sentimiento.
Los
creyentes, en general, sea cual sea su religión, deben abstenerse de desperdiciar
tiempo y energía rezando, asistiendo a los actos religiosos o realizando cualquier
otro acto de fe, a menos que asuman el
propósito firme, profundo, serio,
responsable, de amar al prójimo de verdad, en los hechos de todos los días, con
sincero sentimiento de unión y generosidad. Ese es el punto de partida, la base
o fundamento del edificio de la superación espiritual, y si ello falta, todo
carece de razón de ser y, por lo tanto, carece de efecto positivo. Efecto
negativo sí lo tiene: el fingimiento, la apariencia, la hipocresía, todo lo
cual degenera el espíritu en vez de alimentarlo e impulsarlo hacia lo alto. Ademán,
pretenden engañar a Dios, quien saca cuentas minuciosas, profundamente claras,
y sabe quién es quién y cómo y por qué lo es...y de ello depende ingresar o no al Cielo.