Rueda Libre

Asi como su título, en este espacio ofrece una vision miscelanea sobre diferentes topicos, a suerte de collage o resumen de todos mis blogs.

Rueda Libre

Asi como su título, en este espacio ofrece una vision miscelanea sobre diferentes topicos, a suerte de collage o resumen de todos mis blogs.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

"EXAGERADAMENTE PUNTUAL". Juan Josè Bocaranda E



“EXAGERADAMENTE PUNTUAL”

Yo no sabía que causaba
tanto mal llegar a tiempo.
Juan Josè Bocaranda E

Me invitaste a tu casa,
ubicada en “El Silencio”,
donde sólo no hacen ruido,
y eso pocas veces,
los fantasmas y los muertos.

A las dos de la tarde era la cita,
a las dos de la tarde tu puerta
se abrió,
y porque fui
“exageradamente puntual”,
me llamaste tonto,
me llamaste bruto,
me llamaste bobo,
y otras cosas más.

De inmediato,
ahí mismo,
en el minuto exacto,
decidí ser  de nuevo
exageradamente puntual
y te dije:
“hasta aquí llegó
la carreta. Ya nunca más”,
y “nuestro asunto” aborté,
cortándolo hacia los lados,
hacia adelante y hacia atrás.
No tenía, pues, objeto
conocer a tus papás.


sábado, 27 de diciembre de 2014

LA MODA POÈTICA. Juan Josè Bocaranda E



LA MODA POÉTICA
Juan Josè Bocaranda E

Quizás  o seguramente yo no estoy
a la moda,
a la moda
en la forma de “escribir” poesía.

Pero es que ¿acaso la poesía “se escribe”
como una receta de cocina,
un parte de guerra,
un formulario para solicitar colocación,
una fórmula para curar la tosferina,
una lista de compras,
un recado de pan a la vecina?

La poesía “nace”, no “se hace”.
Nace como un parto natural,
como vienen  al mundo una corona de coral,
un becerrito, una flor, un lucero, un colibrí,
el agua del arroyo, un grito,
con la expresión que brota del epicentro
de un deseo, de un acto de fe, de una consigna,
de un gesto de rebeldía, de una pasión,
de un sentimiento,
con el ímpetu del alma que se asfixia
y necesita
un golpe de luz, una esperanza
o el simple clamor de subsistencia
o el simplicísimo gusto de lanzar
una deprecación o un canto,
con la espontaneidad del muchacho
que desliza una piedra
sobre la pista líquida de un lago.

La poesía puede ser también
mero deseo
de descargar un peso del alma,
de vaciar los pulmones
y renovar la vida.

Porque la poesía no se planifica
como se conciben y calculan
las proporciones y las líneas
de una carretera,
de un puente, de una embotelladora
de cerveza
de un hospital, de una represa.

La poesía no es una torre de hormigón
armado o desarmado:
es un árbol, una flor,  un rio.

Si alguien abre las compuertas
del alma
para que salte un manantial,
o las ventanas
para que se lancen al espacio
las palomas,
nadie tiene derecho a exigir
que el brote del agua
o el aleteo de aquellas alas.
se dibujen al son de determinado
sonsonete,
ni tiene el derecho a descalificar
a quien decida
expresarse a la antigua
como los viejos poetas.

Tampoco tiene derecho
a prohibir, como guardabosques ominoso,
que se entonen himnos o se canten salmodias
a los ríos, al azafrán, al apio, a la cebolla,
al canto de las aves, al florecer del horizonte,
al rezongo monótono del agua, a las voces
airadas del volcán, a las risas del jardín, al alma
de lo que viene
al mundo sin maquinación artificial.

En fin
para no seguir con este cuento
que cada quien cante su canto
cantando  lo que quiera cantar.
Que cada quien se dé a cantar
como le place
es decir,
como le nace.


martes, 23 de diciembre de 2014

CANTO AL ORINOCO (2). Juan Josè Bocaranda E



LA CREACIÓN DEL CANTO
Juan Josè Bocaranda E

A las aguas verticales lanzaron silentes
una  piedrecilla
azul-octogonal:
una zambullida inicial
como de tímpano linfático
como de sonaja
que se apaga entre las manos
y en seguida
la circunvolución de un nido sonoro
que se expande
y el reflejo onduloso
del mundo en una copa.

El alma de la onda
mordió lo vertical:
se esparció el mensaje
del líquido
vibrante
y los cristales del cuarzo
los líquenes
la arena
las palmas de moriche
de láminas brillantes
la poncha
la soisola
los paujíes
y los guacos
repartieron el eco en manantial de solfa.
El hijo de los dioses sintió triscar la danza
de las cosas
y en la caña moduló
un silbido
que in crescendo se tornó
en orquesta,
y el alma se insufló en los poros
de la flauta
el clarinete
y la guarura.
El mundo lanzó el compás
al horizonte
la polirritmia estalló en la luz canora
el éter aleteó en los pentagramas
y en cada tema
antes triste
la celesta humana pergeñó su canto.

(De “Canto al Orinoco”. Fragmento)


lunes, 22 de diciembre de 2014

ALMA DEL AMANECER. Juan Josè Bocaranda E



ALMA DEL AMANECER
Juan Josè Bocaranda E

Acrisolando los cerros, dromedarios y camellos,
el sol arroja naranjas, naranjas y caramelos
por las ventanas del mundo que los toma a manos llenas,
cuando la mañana se abre como cesta de reflejos.

Volcando peces de plata sobre el edredón del mar,
desplegando sus esteras de polvo amarillo y sal,
el sol arropa veleros, curiaras y canaletes,
convirtiendo con sus redes el mar en cielo sereno.

Al contemplar tal beldad de mundo, mañana y sol,
se me refresca en el alma la lis de la juventud,
porque para amar el sol y sentir mundo y mañana,
se necesita tener alma del amanecer.



viernes, 19 de diciembre de 2014

¡DÒNDE ESTÀ EL PROBLEMA DE MORIR? Juan Josè Bocaranda E


Màs allà...

¿DÓNDE ESTÁ EL PROBLEMA DE MORIR?
Juan Josè Bocaranda E
 
El problema no está en morir. 
Para ello
basta dejarse ir,
abrir puertas y ventanas
para que entre el vendaval
y barra
por todos los rincones
y saque de allí los restos del alma
para lanzarlos
al espacio.
El problema no está en morir.
Para ello
basta ceder,
entregarse,
dejar hacer a los ángeles de la negra misión
cuando entren
a tronchar el alma
por la base
arrancando hasta las últimas raíces
a punta de dolor. 
El problema no está en morir.
Para ello basta dejar que la llama se apague
libremente
y que el alma suba
como un hilo de humo azul
hacia el espacio. 
El problema no está en morir
pues para ello basta ceder,
dejarse ir. 
 El problema de morir está 
en el dolor de lo que queda atrás,
 de lo que hay que abandonar
a la fuerza,
de  tener que abandonar a quien se ama,
de  sentir cómo se nos arranca sin piedad,
sin miramiento, 
sin que importe a los ángeles violentos
que a las raíces queden adheridos
pequeños terrones de recuerdos gratos,
piedrecillas azules de momentos felices,
 trocitos casi invisibles del metal de los días
 y minúsculos restos del pasar de los años
 y la silente humedad de las vidas cruzadas,
del destino feliz de aquel primer encuentro,
 del discurrir del tiempo, 
juntos,
hambrientos de eternidad,
de los días de luz al llegar de los hijos,
del diario desgranar de la vida de hogar,
con sus afanes
con sus sueños
con sus ilusiones
con sus fracasos
con sus logros
y  alegrías.
El problema no está en morir
sino en partir solo
cada quien con su desnuda desnudez a cuestas
diluyéndose en las sombras
como triste
silbido
que se aleja.