GRACIAS,
SEÑOR, POR EL DON DE LA MUJER
Juan Josè Bocaranda E
Doy
gracias al Origen de todos los orígenes:
por Eva, la primera tentación,
por quien
valió la pena perder una
de mis
costillas;
por la
mujer cuya voz musical puso a vibrar el corazón del Paraíso;
por la
primera mujer que se embelesó ante el surtidor de luces y colores
de aquel amanecer;
por la
primera mujer que se atrevió a mecer su cuerpo entre las olas;
por la
mujer que inventó la palabra amor y nos enseñó
a deletrearla;
por la primera
primeriza cuyos gritos alarmaron la
noche
y despertaron la sed de los volcanes;
por la
mujer que preparó la primera parrillada de dinosaurio
y puso a los invitados a comerse los dedos;
por la
mujer que vio titilar como un lucero
el primer copo de algodón
y lo halló útil;
por la
mujer que descubrió el primer racimo de
alelí
y el primer parto de la piña
y las primeras lenguas de la sábila
y los
oros de la primera naranja
y el capullo de delicias de la primera granadilla;
por la
mujer que por humanidad o por amor
restañó la primera herida;
por la
primera hija y la primera nieta,
luceros en el oriente
y en el
poniente de la vida;
por la
mujer que cultivó las primeras flores
y la que preparó la primera ensalada de frutas;
por la
mujer que recogió la primera mazorca de maíz
y alumbró la primera arepa tostada;
por la
mujer que esquilmó la primera oveja
y tejió las primeras frazadas para los hijos;
por la
mujer que colocó el primer florero en la ventana;
por la
mujer que tuvo la idea de las escobas
y fue la primera en barrer la cueva;
por la
mujer que intuyó posible ordeñar las vacas
y compartió el primer cántaro de leche;
por la
mujer que recogió la primera postura de gallina
y preparó la primera tortilla a la española;
por la
mujer que cantó la primera canción de cuna;
por la
mujer que inventó el “beso de coco”,
manjar de dioses;
por la
mujer que equivocó los ingredientes
e inventó sin querer el esplendoroso
“bienmesabe”;
por la
mujer que dio el primer mordisco en la pelea
y después pudo contarlo;
por la
mujer que preparó el primer sancocho
y llevó a la mesa el primer aguacate;
por la
mujer primera que probó el ají picante
y supo
ocultar las consecuencias;
por la
mujer que descubrió el sabor del cuerito de pescado al horno;
por la
mujer que colgó la primera cortina
para que jugara el viento;
por la
mujer que usó el primer biquini y el primer hilo dental
y la
primera tanga con dientes;
por Madame
Curie,
que descubrió las profundidades del fuego;
por María
Montessori,
que enseñando enseñó a enseñar;
por doña
Juana de Ibárburu,
que sembró la primera higuera.
También
elevo mi copa
por la
mujer que nos hace vivir, amar, soñar y trabajar,
por la
mujer que se sabe reina de nuestro corazón
y le saca partido al hecho,
por la que
estamos dispuestos a morir,
si no queda otro remedio,
por la que
siempre se sale con las suyas
aunque no siempre tenga la razón,
por la que
somos y seremos.
Por la
flor y la gema y la luz más preciosas de toda la creación.
Gracias, Señor. Y Amén.