Rueda Libre

Asi como su título, en este espacio ofrece una vision miscelanea sobre diferentes topicos, a suerte de collage o resumen de todos mis blogs.

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Asi como su título, en este espacio ofrece una vision miscelanea sobre diferentes topicos, a suerte de collage o resumen de todos mis blogs.

miércoles, 27 de abril de 2016

SUCIA PONCHERADA DE AGUA SUCIA . Juan José Bocaranda E



SUCIA PONCHERADA DE AGUA SUCIA
A los que deambulan por las calles sin alma, cargados de dolor
Juan José Bocaranda E
 
Qué carga tan pesada
para mí,
a medida que la tarde 
cede. 
A medida que la noche
avanza,
mi corazón 
deja de ser corazón
y va siendo una nuez. 
 
Cuando voy por las calles 
de la noche,
sin rumbo
y sin destino,
a la buena de Dios,
ya no me queda corazón,
el corazón ya no me alcanza. 
 
Casi no vive el ave de mi pecho, 
ya no la siento
a medida
que la noche se me viene
a la cara 
como negra poncherada 
de agua sucia. 
 
 Mi corazón calla,
aplastado por la angustia,
sólo gime 
como pequeño animal
aterido por el miedo,
tiembla como pichón que ya agoniza. 
 
De pronto, 
siento que sale volando, 
dejándome
en su lugar un nudo
inmensamente
retorcido,
que sólo pulsa bilis y dolor,
cuando voy por las calles 
de la noche,
sin rumbo ni destino,
a la buena de Dios.
 

viernes, 22 de abril de 2016

¿SABES LO QUE ES “HAMBRE CON HAMBRE”? Juan José Bocaranda E



 
¿SABES LO QUE ES  “HAMBRE CON HAMBRE”?
Juan José Bocaranda E
 
¿Has sentido “hambre con hambre” alguna vez?
 
En primer lugar
debo decirte
que no es lo mismo “tener” que “sufrir” hambre.
Tienen hambre los que pueden comer.
Tener hambre es algo remediable, transitorio.
Negarse a comer
 por puro gusto o capricho o porque estás ahito
o porque la resaca te ha retirado el apetito
o porque banqueteaste anoche
 a todo empanzamiento y derroche
no es sentir hambre.
Ante tí cuando tienes hambre la mesa está servida
 y te basta estirar la mano para sentirte satisfecho.
 
“Sentir” hambre es otro dolor, otro gemir, otro llanto,
es sufrir, es padecer, 
es exprimirse el ser, 
desvanecerse,
es percibir una tortura permanente
es darte cuenta de que alacranes y arañas
 se pasean mordiendo
tus entrañas
sin poder remediarlo
es querer perforarte con los dedos 
la piel 
para entrar al recinto amargo
 del estómago
a tratar de resolver las cosas
expulsando
las uñas
los venenos
los detritos
las tripas
y los dientes
del monstruo ácido
que convoca tu muerte
halándola hacia tí
con un cable de acero al rojo vivo.
Sentir hambre es una agonía 
centrada y concentrada en el ombligo
que te serrucha lenta, sádicamente,
 el cordón umbilical de una vida
que no debería llamarse vida
sino vida agónica
sin muerte.
Sentir hambre 
es percibir dentro,
 en la raíz del alma
un volcán 
cuya ceniza y fuego vomitan 
 en tus arterias y en tus venas
y arrojan lava en la cueva de tu cráneo
 para que tu cerebro
 se cocine
se derrita 
se evapore
 como vaho de los pantanos.
Sientes entonces
que la vida se te escapa
en hilos de humo
por los ojos
que una fuerza extraña y perversa
 te extrae por los oídos
con un  tirabuzón
la esencia de tu ser, tu vida
y que al parecer te alejas de esta tierra
 para caer de bruces en otra tierra
 que no sienten tus pies ni el corazón define.
 
En segundo lugar
debo decirte
que no es lo mismo “tener” hambre
 que “sufrir  hambre con hambre”.
 
Sufren hambre con hambre
los que padecen más que  ausencia de alimento
la indiferencia 
de quienes dicen ser hermanos
y peor aun
cristianos.
 
Sentir hambre con hambre
 es la peor tortura, 
porque a la carne física del hambre 
clava los dientes
hambre
de amor
de solidaridad
de fraternidad
de piedad
de compasión
cuya ausencia arroja sobre el hombre 
un dolor reduplicado,
 una frustración intensa
un suplicio sin nombre, 
más doloroso aun que los mordiscos
  de la muerte.
 
Cuando vayas por la calle
pon freno a tus intereses
un momento
y detente a conversar unos instantes
con el que está sufriendo hambre con hambre.
Para ellos vale más, mucho más
un saludo, una sonrisa, 
un breve gesto
una palabra de aliento,
 un átomo de interés por sus asuntos.
Ellos sufren hambre con hambre
porque ni siquiera tienen un perro sarnoso
cuyas orejas puedan levantar
–como el cochero Potavov con su “Tristeza-
para expulsar, para expresar,
 para exhalar, para escupir
los sentimientos.
Concédeles la merced
dales el regalo
de escuchar
sus palabras
sus lamentos,
Pon oído a sus cuitas.
Te dirán por qué son sus días tan tristes
y tal vez llegarás a comprender
lo es sentir  hambre con hambre.
 
En tercer lugar
debo decirte...
¿Qué más puedo decirte?




martes, 12 de abril de 2016

EL AMOR INMUNIZA Y ES EL QUE SALVA Juan José Bocaranda E




EL AMOR INMUNIZA Y ES EL QUE SALVA
Juan José Bocaranda E

Con frecuencia  me pregunto
si será cierto o no
que –como lo dibuja con líneas torcidas
el más negro panorama-
el fin del mundo está cerca,
y que pronto retumbarán
en los rincones del planeta,
la voz del gran llamado,
de las siete trompetas,
y el resonar de los cascos
con sus cuatro jinetes.

Con frecuencia me pregunto
si será cierto o no
que muy pronto toda la tierra
será un inmenso clamor,
un inmenso dolor
y un  inmenso llanto.

Sea todo ello cierto o no,
para vencer el miedo
el secreto radica
en cómo y en qué medida
realizamos el amor:
amor como fraternidad,
amor como caridad,
amor como generosidad,
amor como servicio desinteresado.

El amor inmuniza contra el miedo  y es lo único que salva porque al otro lado del río no cuantificarán el número de rosarios que rezaste, ni la cuantía de limosnas que repartiste, ni la enjundia de los discursos que parlaste:
sólo sólo mensurararán cuánto te interesesate  en pro  de los demás. El resto no cuenta nada, nada, nada…Porque lo fundamental es el amor.