¿SABES LO QUE ES “HAMBRE CON HAMBRE”?
Juan José Bocaranda E
¿Has sentido “hambre con hambre” alguna vez?
En primer lugar
debo decirte
que no es lo mismo “tener” que “sufrir” hambre.
Tienen hambre los que pueden comer.
Tener hambre es algo remediable, transitorio.
Negarse a comer
por puro gusto o capricho o porque estás ahito
o porque la resaca te ha retirado el apetito
o porque banqueteaste anoche
a todo empanzamiento y derroche
no es sentir hambre.
Ante tí cuando tienes hambre la mesa está servida
y te basta estirar la mano para sentirte satisfecho.
“Sentir” hambre es otro dolor, otro gemir, otro llanto,
es sufrir, es padecer,
es exprimirse el ser,
desvanecerse,
es percibir una tortura permanente
es darte cuenta de que alacranes y arañas
se pasean mordiendo
tus entrañas
sin poder remediarlo
es querer perforarte con los dedos
la piel
para entrar al recinto amargo
del estómago
a tratar de resolver las cosas
expulsando
las uñas
los venenos
los detritos
las tripas
y los dientes
del monstruo ácido
que convoca tu muerte
halándola hacia tí
con un cable de acero al rojo vivo.
Sentir hambre es una agonía
centrada y concentrada en el ombligo
que te serrucha lenta, sádicamente,
el cordón umbilical de una vida
que no debería llamarse vida
sino vida agónica
sin muerte.
Sentir hambre
es percibir dentro,
en la raíz del alma
un volcán
cuya ceniza y fuego vomitan
en tus arterias y en tus venas
y arrojan lava en la cueva de tu cráneo
para que tu cerebro
se cocine
se derrita
se evapore
como vaho de los pantanos.
Sientes entonces
que la vida se te escapa
en hilos de humo
por los ojos
que una fuerza extraña y perversa
te extrae por los oídos
con un tirabuzón
la esencia de tu ser, tu vida
y que al parecer te alejas de esta tierra
para caer de bruces en otra tierra
que no sienten tus pies ni el corazón define.
En segundo lugar
debo decirte
que no es lo mismo “tener” hambre
que “sufrir hambre con hambre”.
Sufren hambre con hambre
los que padecen más que ausencia de alimento
la indiferencia
de quienes dicen ser hermanos
y peor aun
cristianos.
Sentir hambre con hambre
es la peor tortura,
porque a la carne física del hambre
clava los dientes
hambre
de amor
de solidaridad
de fraternidad
de piedad
de compasión
cuya ausencia arroja sobre el hombre
un dolor reduplicado,
una frustración intensa
un suplicio sin nombre,
más doloroso aun que los mordiscos
de la muerte.
Cuando vayas por la calle
pon freno a tus intereses
un momento
y detente a conversar unos instantes
con el que está sufriendo hambre con hambre.
Para ellos vale más, mucho más
un saludo, una sonrisa,
un breve gesto
una palabra de aliento,
un átomo de interés por sus asuntos.
Ellos sufren hambre con hambre
porque ni siquiera tienen un perro sarnoso
cuyas orejas puedan levantar
–como el cochero Potavov con su “Tristeza-
para expulsar, para expresar,
para exhalar, para escupir
los sentimientos.
Concédeles la merced
dales el regalo
de escuchar
sus palabras
sus lamentos,
Pon oído a sus cuitas.
Te dirán por qué son sus días tan tristes
y tal vez llegarás a comprender
lo es sentir hambre con hambre.
En tercer lugar
debo decirte...
¿Qué más puedo decirte?