LA MAÑANA
Juan José
Bocaranda E
Acrisolando los cerros, dromedarios y camellos,
el sol arroja naranjas, naranjas y caramelos
por las ventanas del mundo que los toma a manos llenas,
cuando la mañana se abre como cesta de reflejos.
Volcando peces de plata sobre el edredón del mar,
desplegando sus esteras de polvo amarillo y sal,
el sol arropa veleros, curiaras y canaletes,
convirtiendo con sus redes el mar en cielo sereno.
Al contemplar tal beldad de mundo, mañana y sol,
se me refresca en el alma la lis de la juventud,
porque para amar el sol y sentir mundo y mañana,
se necesita tener alma del amanecer.