INSPIRACIÒN
EL PREDICADOR
Juan Josè Bocaranda E
“! Sape, sape, Satanás
gato infernal¡
Extiendes por la tierra
tu perversa perversión con tus tizones
y a mis hermanas agujereas los pantalones
para que a los cinco vientos
enseñen sus carnes y portentos.
Repartes por el mundo a tus diablillos
haciendo pecar a los inermes monaguillos
calientas las orejas de los hombres con sus cuitas
y pones de cabeza a retozar a las viejitas.
Pero aquí estoy yo, armado de armadura armadurada,
para espantar tus tentaciones a punta de zancadas.
El predicador
elegantemente vestido, a todo trapo,
con negro
traje esplendente muy planchado
y con anillo que guilla como el sol
con raudo brillo,
gira la cabeza como buscándose el trasero,
agitando con
garbo el libro sacro,
rubicundo capote de torero,
para espantar al cuadrúpedo felino
que voraz, invisible y silencioso
ha estado
siguiéndole jocoso
para hacerle caer en tentación
y arrastrarlo
al infierno sin retorno.
“! Sape, sape, Satanás, gato infernal¡
Y da manotazos en círculos sonoros,
hincha la voz aspaventosa,
se contorsiona con mirada airosa,
gesticula,
salta,
da cinco zancadas muy bien pronunciadas,
con tacones tap-tap y de colores.
Pero, de pronto,
caviloso se
detiene,
alza los brazos teatralmente,
expande los ojos de Calvino,
y con momentáneos silbidos
de sifrino
gime
chilla
clama
llora
canta
y como el condenado al vil garrote
tiembla desde los pies hasta el cogote,
mientras reduplica la salmodia luterana
llenando de
pavor a los fanáticos de gala.
¡Sape, sape, gato
infernal¡
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