CUANDO EL VOLCÁN
Juan Josè Bocaranda E
Cuando el volcán
decide
deponer el alma
incandescente
y quiere dar todo de sí con estrofas fragmentadas,
cuando decide lanzar al cielo
chorros y chisguetes de la pintura de Pollok,
cuando conjuga verbos de fuego y
de ceniza
y murmura mensajes profundos y sentidos,
cuando traduce a todos los idiomas
la ira de las entrañas de Vulcano,
no convoca ruedas de prensa,
no tramita permisos,
no mendiga licencias,
simplemente revienta.
Cuando el poeta
quiere soltar del alma
en volcán
el potro que le relincha en las entrañas,
lo libera
simplemente,
sin metros,
sin condiciones,
sin licencias.
Los versos
son sus hijos
y, hermosos o feos,
formes o deformes,
anticuados o a la moda,
romanticones o atrevidos,
cursis o cursientos,
almibarados o llenos de amargura
o de indolencia,
cumplan o no las exigencias
que pretenden trazar cada tanto
los agrimensores sedicentes
con sus teodolitos y sus cintas,
están ahí,
ahí quedan,
como los volcanes,
retando
descalificaciones
y desafiando
cofradías
a despecho
de quien sea.
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