¿Y AHORA QUÉ
CANTAMOS?
Juan Josè Bocaranda E
Estamos
cansados de jugar, abuelito,
descansemos
un poco.
Sí,
Sebastián.
Debemos dar
descanso a nuestros pies
y a la
manada de elefantes.
Hoy hemos
marchado
en demasía
atropellando
el follaje
de la selva.
¿Y ahora,
qué cantamos, abuelo?
¿Qué te
parece, Sebastián,
si le
cantamos al amor?
¿Al amor?
Sí. Un himno
al amor
como existe
el Himno a la Alegría
del hermano
mayor Ludwin van Beethoven.
¿Quién fue,
qué hizo?
Él aspergeó
con su batuta divina
de mago musical,
con luces de
amistad
a todos los
humanos.
A ver,
Sebastián, comienza tú
con la
sabiduría
que se
oculta tras el velo
de tus breves
años.
Abuelo,
cómo
quisiera
querer a
todos los seres humanos
de la
Tierra,
como te
quiero a tí y a mi abuela…
¿Y cómo nos
quieres, Sebastían,
en que
medida?
Los quiero
así, así,
mucho más
allá de los extremos de mis brazos extendidos
mucho más
allá de este pequeño árbol de mi cuerpo florecido
que toca con
la punta de los dedos la frente tibia y azul del horizonte.
mucho más
allá de la tierra
de los mares
de la
redondez completa de la esfera.
mucho más
allá de lo que puedo expresar con mis palabras y la sangre que navega por mis
venas
Los quiero
hasta más allá de las estrellas.
Entonces,
Sebastián,
es bastante
lo que quieres a los seres humanos
si dices que
entre tus brazos no cabe la inmensidad
de tu
amor.
¿Te parece
bien, abuelito?
Sí . Me
parece bien la dimensión de ese amor
pero me
parecerá mejor
si no la
dejas perder
bajo el paso
y el peso dañino de los años.
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