martes, 22 de septiembre de 2015

VANIDADES (2) MIENTRAS ME AFEITO Juan Josè Bocaranda E



 
 
VANIDADES (2)
MIENTRAS ME AFEITO
Juan Josè Bocaranda E
 
Mientras  me afeito,
a través de la magia del espejo me adentro
en mi propio cuerpo
y bajo la piel miro mi calavera sonriente,
que con carcajada permanente y silenciosa
se ríe de mí, de mi vida
y de mis penas.
 
Y mientras pienso en el embotellamiento del tránsito 
que sin duda me espera
y me preocupa,
como me preocupa la carátula adusta de mi jefe,
mi calavera se ríe y se burla,
como diciendo,
ríete  de los embotellamientos
y hasta de  tu jefe: 
hagas lo que hagas y por muy tarde que llegues,
te reclamará arrugado de furia por fuera,
 pero sonriendo por dentro,
con la sonrisa congelada y permanente
de la calavera.
 
Piénsalo bien.
A la hora de la verdad
todos los jefes lucen adustos por fuera
 pero sonríen de gozo por dentro.
 
Cuando el coronel
lanza groserías a mansalva  y tacos a granel
porque los soldados no han logrado vencer,
detente a mirarlo un rato por dentro:
bajo el uniforme lustroso
sólo hay un esqueleto pretencioso
que se pasea con aires marciales,
como si le sonasen dentro
a la vez
cinco o seis marchas nupciales.
 
Cuando el sargento,
entre gritos, groserías y abusos,
salpica de saliva el rostro del recluta,
manifestándose como auténtico hijo de chucuta,
no pasa de ser sino una lastimosa calavera
que de todo ríe,
a pesar de sus gritos de payaso
y de sus ridículas zancadas por la  guerra.
 
Cuando  te desprecie una dama más presumida
que la reina del Piura,
abstráete de las brochas, del carmín,
de  la pintura.
Olvídate de la nariz hermosamente puntiaguda,
del pellejo, de los aros, de los demás guilindrajos
y sólo piensa en sus huesos
y en su precioso esqueleto
sin hilito dental  y sin trasero.
Imagínatela entonces mirando
su calavera,
atónita y espantada
como un espanto cualquiera.
 
En la playa
colócate con primor tus viejos lentes de sol
y traspasa con los x  de tu imaginación,
los minúsculos trajes de baño y los hilos dentales
con los que desfilan aquellas comensales,
y hallarás
que por debajo de tanto elemento
sólo buscan exponer al sol
su vulgares esqueletos.
 
El mundo fue, ha sido y lo será siempre
un baile,
un desfile,
un carnaval,
una comparsa,
una retreta
de esqueletos ambulantes
y  calaveras sonrientes.

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