CANTO AL ORINOCO
JUAN JOSÈ BOCARANDA E
Debes llegar
al fin y con las manos
llenas:
con tu carga
cuantiosa en sedimentos
corres hacia
el abanico de tu propio Delta
multiplicada
mano
que se
ensancha en bocas
diluvio
visceral y palpitante
donde a los
pies
de Kanobo, dios airado,
desangras tu
arteria nunca exhausta.
En el búcaro rugoso
de la tierra
aún conservas como en odre dilatado
y vivo
el prístino perfume
de tu creación de aceite
y greda.
En la dilatada vastedad de tu ramaje
con tu sístole-diástole
de corazón
nimio y preciso
inundas
el horizonte de esmeralda
en nutriente función de cántaro
propicio.
Tajo formidable de la tierra
drenaje de los puntos cardinales
cuenca nutricia
y receptiva:
recoges los mensajes de la selva
en aguas
que en molienda de tributos
llegan a tí de mil lugares.
Con las expansiones de tus brazos
de cacique y roca
inundas las praderas y los bosques
y en el retorno a la medida
de tu propio pecho
estableces viveros de plancton
y de peces.
Como rey que visita sus dominios
año tras año
reasumes las lagunas
llevando a los peces nueva vida
y vida nueva
al hombre que te espera.
Entre los
raudales
de Atures y Maipures,
antes
de que
Pinzón y Ordaz
soñaran con
tu sueño
convocabas a
las tribus numerosas
ornadas de
plumas música
y colores
a los
centros feriales del pescado
donde ponían
en competencia
destrezas
labor
mitos
y glorias.
Antes
de que se
estrellaran los relinchos
contra el
botón de cuarzo de tu Escudo
la raigambre
ubicua de tu savia
era
caminos de
curiara
para la
antigua lámpara votiva
de los
Yabarana y los Piaroa
los
Curripaco los Puinave
y los Sanema
y tantos
otros que han perdido el signo
tragados por
la historia
y otros
hombres.
(Contonùa)
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