viernes, 2 de enero de 2015

SÒLO SOY UN ÀRBOL. Juan Josè Bocaranda E



SÓLO SOY UN ÁRBOL
Juan Josè Bocaranda E

Sólo soy un árbol que a veces pasea
por los parques
o se aventura por los campos,
en busca de otros árboles
más robustos que este humilde
tallo ya sin hojas
y con las raíces casi muertas. 

Voy en busca de aquella especie
de árboles que permiten
al viento jugar muy alto
entre sus ramas
para que les espante los insectos
y les agite las melenas
de leones vegetales.

Como si casi casi no existiera,
me acerco a ellos
para conocer el secreto,
la razón de ser
de sus poses solemnes,
que despiertan la admiración
de tantos.
¿Dónde está el secreto?
preguntamos desde nuestra nada,
los árboles entecos y modestos.
¿ Serán las ramas con sus guedejas lustrosas?
¿El canto de los pájaros que anida entre
sus manos robustas?
¿Los timbales del chicharro que vibran
sostenidos y profundos  para seducir
a las chicharras?
¿Serán las raíces, que deben ser muy hondas
para poder sustentar tanta eminencia?
¿ O será acaso la savia,
porque ellos,
como acuciosas  abejas,
saben seleccionar los jugos de la tierra?
¡O podría deberse al aire con un no sé qué
que sólo alcanza a quien descuella y se alza.¡ 
No lo sé. Quizás nunca pueda establecerlo.
Mientras tanto,
algo derivo de mi secreta tarea de botánico
secreto:
me acerco a los árboles
presuntuosamente corpulentos,
para que puedan contrastar
su silueta de árboles frondosos,
espetados y elegantes,
con la modestia gris de los árboles
enclenques, decadentes y añosos como yo.

Sólo soy un árbol que a veces pasea por los parques

 o se aventura por los campos

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